jueves, 24 de diciembre de 2015

Feliz Navidad

Como cada año, desde hace ya mucho tiempo y antes de que alguien por fin consiga imponernos las fiestas del solsticio de invierno, llega la Navidad…




Puede que sea un antiguo para las nuevas tendencias que, traídas de la mano de la política y si nadie lo remedia, acabarán por instalarse en esta sociedad tan progresista que absorbe cualquier cosa y, al mismo tiempo, rechaza y cuestiona lo que hasta el día de hoy parecía a salvo de modas y ocurrencias, pero reconozco que me gusta la Navidad.

Tampoco me siento raro porque de momento creo que aún quedamos muchos que todavía somos capaces de distinguir un tiempo entrañable, cuya celebración se realiza desde hace dos mil años y que recoge la esencia misma de lo que ha contribuido al nacimiento y consolidación de la civilización occidental, con un tiempo de frivolidad y sin contenido, que parece buscar su similitud a los carnavales y trata de alejarse de cualquier referencia religiosa y cristiana.

Me siento orgulloso de ser español y estoy convencido del potencial y grandeza de España, pero reconozco que hay veces que dan ganas de salir corriendo y exiliarse en cualquier recóndito lugar del mundo, cuanto más lejos mejor, donde no tenga que padecer las sandeces y ocurrencias de nuestros maravillosos políticos, en especial de los progresistas de nuevo cuño… Mi esperanza es que esta situación sea como un sarampión que no tenemos más remedio que padecer, para luego recuperar la salud y quedar inmunizados para no tener que pasar por esto nunca más. Ojalá así fuese.

Pero volvamos a la Navidad, una celebración entrañable en donde todos, puede que incluso los políticos de la ocurrencia de la Reinas Magas de las cabalgatas de Madrid, intentamos sacar lo mejor de nosotros mismos para compartirlo con los demás. Tiempo de paz y alegría en donde, todavía, rememoramos el nacimiento del Hijo de Dios y, en familia o con amigos, festejamos el reunirnos disfrutando los unos de los otros, sin olvidarnos de los que ya no caminan junto a nosotros por la senda de la vida.

Nos vaya bien o nos vaya mal y por poco que tengamos, la Navidad nos da la oportunidad de ser felices, al menos por unas horas y, en medio de esa alegría, tampoco está de más que también nos acordemos de aquellos que sufren por alguna enfermedad, porque apenas tienen qué comer, o porque, incluso por estas fechas, son perseguidos y muchos asesinados, por las razones más diversas, víctimas del desvarío de otros hombres…

Como de bien nacidos es ser agradecidos, demos al menos un sorbito a la salud de aquellos que, en una noche de paz y alegría, trabajan y vigilan para que todo esté en orden, aportándonos la seguridad y los servicios necesarios para que todo transcurra con normalidad.

Os deseo que disfrutéis de una noche muy especial en compañía de vuestros seres queridos… Feliz Navidad…

                                                                                                          Ángel Alonso

  

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