Sé que han pasado ya diez meses desde
que publiqué mi última reflexión en El
Mapa de Oro… Algunos no dejáis de recordármelo y por ello os doy las
gracias…
También sé que me gustaría contar muchas
cosas, pero al mismo tiempo no sé sobre qué escribir. Es cierto que he vivido
mucho durante el último año y, de alguna forma, toda esa experiencia debería
compartirla reflejándola en sendos escritos, dando rienda suelta a mis
pensamientos… Pero no se me ocurre nada.
De seguir así creo que empezaré a
preocuparme y me temo que cada vez tendré menos ganas de escribir… Estoy seco… Pero, ¿por qué? Antes solía
escribir de casi todo y siempre era capaz de extraer un tono optimista a
cualquier asunto, por muy agrio que fuese el tema. Disfrutaba escribiendo sobre
viajes y expediciones, me apasionaba la aventura, siempre estaba dispuesto a
compartir experiencias y me deleitaba cuando trataba sobre parajes
maravillosos… Puede que el problema sea que ahora todo eso me parezca un poco
frívolo y mi cabeza se haya llenado con cosas mucho menos agradables…
Confieso que vivo preocupado por muchas
cosas… El terrorismo yihadista, las elecciones generales del 20 de diciembre,
el medio ambiente, mi trabajo… En definitiva, el futuro… A nadie se le escapa
que vivimos tiempos convulsos en los que estamos a merced de los que gustan de pescar en río revuelto… A nuestro
alrededor gran parte de la sociedad parece vivir agarrada al día a día y la incertidumbre generalizada está
instalada en el horizonte…
Creo que la crisis de valores que en
estos tiempos puede que padezcamos, no ayude mucho y que tal vez necesitemos
una especie de catarsis que nos despierte y volvamos a ser capaces de separar el grano de la paja, a
distinguir lo bueno de lo malo, lo claro
de lo oscuro, lo importante de lo superfluo, el bien común de los intereses
particulares…
Necesitamos tranquilidad, pero no
tenemos tiempo… Buscamos la verdad, pero, ¿quién es sincero?... Queremos vivir
en paz, pero a menudo estamos en contra de todo y no aportamos nada… Quizás
como sociedad nos gustaría evolucionar y funcionar de otra manera, pero muy
pocos se atreven a dar algún paso y, si lo dan, puede que nos llevemos un
disgusto… Sin duda son tiempos especiales para los que se necesitan líderes
especiales.
Volviendo a lo mío, puede que quizás
también sean tiempos para aquellos que aún dispongan de un espíritu aventurero
porque, remitiéndonos a la definición de la palabra aventura en el diccionario,
no van a encontrar una empresa de
resultado incierto tan a mano
como intentar vivir con cordura, serenidad, solidaridad y provecho, en los
tiempos actuales…
Es posible que, después de todo, estas
líneas hayan removido mi oxidado
espíritu de aventura, imprescindible para que quizás, poco a poco, consiga
volver a escribir… Ya veremos… Un saludo.
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