Aquí está. Como cada año, ha vuelto otra
vez… Buenos deseos, paz, armonía… ¿Felicidad? Pues no lo sé.
Que conste que por mi parte intento
hacer lo que puedo, pero está claro que la reciente pérdida de un ser muy querido
hace que, en realidad, ahora mismo no tenga muchas ganas de celebraciones.
Pero la pregunta es: ¿Tengo o no tengo
ganas de Navidad? Reflexiono y al cabo de un rato me contesto con un rotundo sí…
Puede que no tenga mucho ánimo para frivolidades, pero me doy cuenta de que tengo
muchas ganas de darme un alto en el camino y de alegrarme de compartir con mis
seres queridos lo que, se supone, son los días más bonitos del año.
Creo que, por encima de los excesos y la
ñoñería, la Navidad es mucho más… Es un tiempo de reflexión, de lo que somos y
adónde vamos; es tiempo de concienciación, de que el mundo es un lugar lleno de
personas que, por causas diversas, lo pasan muy mal; es tiempo de solidaridad,
sin olvidar que las personas no sólo necesitan ayuda en esta época, sino
durante todos los meses del año…
Puede que, en los tiempos actuales, nos
hayamos dejado llevar más por lo superfluo y hayamos perdido parte de la gran
espiritualidad y religiosidad que deberían envolver estos días. Pero también es
verdad que, sea como sea, la Navidad es tiempo de paz y alegría, aderezado con
ilusión y esperanza, en el que, como en el resto de la apasionante aventura que
es la vida, debemos de intentar disfrutar al máximo cada minuto y vivir
intensamente una experiencia irrepetible que jamás volverá… Después de todo,
creo que por mi parte, al menos lo voy a intentar.
Gracias por aguantarme hasta el final,
un abrazo y Feliz Navidad.
Ángel Alonso
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