Tengo la sospecha de que los
hombres estamos mal diseñados…
En su momento se creó un
prototipo que estuviera adaptado a las duras condiciones de la supervivencia,
es decir, cazar, pescar, estar alerta, funciones de ataque y defensa, y ser
capaces de sacar partido a cualquier circunstancia por muy adversa que esta
fuese. Pero es posible que nos hayamos quedado obsoletos.
Además, en nuestra programación,
también se puso especial atención en potenciar el trabajo en equipo, la
predisposición a compartir y la habilidad para formar grupos más o menos
compactos con otros individuos del mismo género e idénticas inquietudes, que
más tarde vino en llamarse compañerismo o amistad.
Así con el transcurso de los
tiempos mientras nuestros antepasados se iban a explorar, cazar o guerrear y
nuestras antepasadas se quedaban en las cuevas o en los poblados ocupándose de
las familias y realizando sus duros quehaceres, los hombres fueron
perfeccionando la forma de relacionarse y de pasar el tiempo en compañía, hasta
el punto de ser capaces de pasar grandes momentos juntos sin la presencia de
ninguna mujer.
Con el paso de los milenios
llegamos al día de hoy, época en la que las partidas de caza o las escaramuzas
entre tribus han sido sustituidas por los partidos de fútbol o cualquier otra
competición deportiva, los improvisados campamentos han evolucionado a la
comida con los amigos, y las charlas y las historias alrededor del fuego han
dado paso a las distendidas conversaciones en bares y cafeterías.
Después de miles de años de
evolución las mujeres siguen sin entender el por qué de nuestro comportamiento…
¿Por qué preferimos pasar largos ratos de ocio con los amigos o los compañeros
de trabajo en lugar de aprovechar ese tiempo para disfrutar más en casa y, a
ser posible, incluso echar una mano en las tareas domésticas? Ellas no
comprenden el por qué somos capaces de cambiar, sin dudar lo más mínimo, una
romántica tarde con ellas por un partido de lo que sea.
¡Pues que no le den más vueltas!
Lo intentamos pero lo que ocurre es que, sencillamente, los hombres estamos mal
diseñados…
Ángel Alonso
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