Ha bastado un vuelo en avioneta
para volver a recordar algo que una vez vi y que me resultó verdaderamente
entrañable.
En medio de la sabana, en un
lugar próximo al destacamento de los rangers que protege el Parque
Nacional del Lago Nakuru, descubrí lo que vendría a ser algo así como un
aeropuerto. Una amplia pista de tierra, eso sí, inundada por la hierba… Una
pequeña construcción de madera, sin puertas ni ventanas, que podría hacer las
veces de terminal aeroportuaria… Y a un lado de la cabaña, un poste con una
manga de viento en su extremo que proporciona toda la información meteorológica
que se necesita para aterrizar o despegar.
Hasta aquí podría decir que vi un
campo de aviación más o menos curioso, pero lo que realmente lo hace
maravilloso es que está en medio de la sabana y, como es lógico, la pista está
invadida por una amplia representación de la fauna del lugar: cebras, búfalos,
rinocerontes, impalas… Y la terminal de este particular aeropuerto está
animadísima por una multitud de babuinos que entran y salen, se suben al tejado
y vuelven a bajar.
De pronto pasó lo que tenía que
pasar… Un sonido procedente del cielo pareció captar momentáneamente la
atención de la distinguida población del aeropuerto. El vehículo todoterreno de
los rangers se acercó a la terminal, lo cual aumentó el interés de los
babuinos que se acomodaron para presenciar el espectáculo que no se hizo
esperar… Una avioneta blanca, con líneas azules, realizó una pasada a baja
altura a lo largo de la pista. Cebras, búfalos, rinocerontes, impalas y demás
animales que pululaban por allí, aligeraron el paso dispersándose en todas las
direcciones. Se hizo necesaria una pasada más para ahuyentar a los últimos
rezagados y, a continuación, la avioneta inició la maniobra de aterrizaje.
Ya en tierra, la aeronave se
estacionó cerca de la cabaña terminal.
Los rangers recibieron a piloto y pasajeros que cargaron el equipaje en
el todoterreno, aseguraron y cerraron con llave las puertas de la avioneta y, a
continuación, el vehículo se alejó. Poco a poco, cebras, búfalos, rinocerontes
e impalas, volvieron a invadir la pista de aterrizaje y algunos babuinos dejaron
momentáneamente la cabaña terminal para ir a inspeccionar la avioneta… Mientras,
a poca distancia del lugar, un grupo de leones fue tomando posiciones a la
espera de que el sol se ocultara por el horizonte… La noche se presentó
movidita para los habitantes del aeropuerto internacional del Lago Nakuru.
Ángel Alonso
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