Tras el reposo navideño la
actualidad del aventurero está atormentada con la preparación de nuevos
proyectos. Es la época en la que los sueños se entremezclan con las
dificultades para su materialización.
Largos meses o quizás años de
planificación ven, por estas fechas, su particular pulgar hacia arriba o hacia
abajo. Los cierres de presupuestos, los trámites burocráticos, la compra de
permisos o la incorporación de algún patrocinador que equilibre los números, se
convierten en un autentico purgatorio para aquellos que aspiran, en los
próximos meses, a ascender un ochomil, internarse en algún paraje remoto o,
simplemente, desean aportar algo diferente e interesante al fondo aventurero de
la Humanidad.
Atrás quedan largas temporadas de
trabajo, aderezadas con dosis industriales de humildad... Atrás quedan el
estudio, planificación, exposición, argumentación, viabilidad y preparación,
correspondidos en muchas ocasiones con la incomprensión, para dar paso a una
especie de examen final cuyo aprobado se materializará en un imaginario
salvoconducto que nos pondrá en marcha hacia nuestros sueños y el suspenso nos
devolverá a la cruel realidad de tener que seguir recorriendo el mismo camino
un año más...
Con el estreno de un nuevo año, la
esperanza de una nueva oportunidad para su proyecto ilumina con energía
renovada el corazón del aventurero... Hay que echar el resto y luego esperar a
que el destino nos sonría y, si no fuese así, prepararnos para retomar de nuevo
la senda ya iniciada, proveyéndonos de perseverancia, capacidad de trabajo,
espíritu de sacrificio y grandes dosis de un combustible muy especial, como es
la ilusión…
Ángel Alonso
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