jueves, 9 de enero de 2014

El buen líder

A menudo la Historia está llena de proezas y de hazañas impulsadas por grandes líderes.



Siempre detrás de las grandes páginas de la exploración han existido una o varias personas que han asumido el reto y la responsabilidad de internarse, en solitario o al frente de un grupo de hombres, en territorios desconocidos y a menudo hostiles, en busca de nuevas tierras, desconocidas rutas o tras destacados objetivos geográficos o deportivos.

¿Pero cuáles serían las cualidades más comunes de un buen líder? En primer lugar tiene que ser una persona experimentada, con cierto nivel moral e intelectual, responsable de sí mismo y de sus hombres, con poder de decisión, capaz de prevenir los riesgos y de anticiparse a las adversidades.

Un buen líder tiene que tener siempre claro el sentido último de su viaje, por ejemplo, devolver a sus hombres sanos y salvos a casa… También, de entre sus virtudes, deben de figurar la humildad y flexibilidad suficiente para, en un momento dado, ser capaz de abandonar la misión original y cambiar hacia un nuevo objetivo.

Durante el desarrollo de cualquier expedición que se precie, el líder defenderá y mimará a ultranza el concepto de equipo, como única realidad comunitaria capaz de aumentar las posibilidades de éxito y de supervivencia ante las dificultades.

Buenas dotes de organización, capacidad para dirigir, sentido del humor, promover la celebración de los pequeños éxitos, el afrontar los problemas de cara… Constancia, perseverancia y sentido de la disciplina… Y, también, el ser capaz de fomentar entre los expedicionarios valores tan sublimes y edificantes como la camaradería, el respeto, la confianza mutua y la naturalidad, conformarían el perfil de la persona que todos quisiéramos tener con nosotros en las situaciones difíciles.


Ángel Alonso


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