No sé si penalmente, pero, al menos ética y moralmente, la actitud del presidente estadounidense es más que cuestionable…
Con sus decisiones, en poco más de dos meses no sólo ha complicado las cosas poniendo el mundo patas arriba, sino que ha traído el sufrimiento, sembrando la inquietud y la incertidumbre, al tiempo que, con el anuncio de la aplicación de desorbitados aranceles y su posterior congelación, ha provocado que muchas personas hayan perdido sus ahorros, al tiempo que ha favorecido que unos cuantos hayan ganado mucho dinero, con las fluctuaciones de las bolsas…
El caso es que, tras el anuncio del aplazamiento en la aplicación de los aranceles, a tan solo tres horas de su entrada en vigor, además de con la sensación de cierto alivio, nos hemos despertado con muchas preguntas y no suficientes respuestas.
Es entendible que, desde algunos sectores, se pudiera sospechar de una operación premeditada para favorecer a unos pocos… Pero también es cierto que son más los que piensan que tan sólo es una marcha atrás, ante la sensación de derrumbe de la economía mundial y la inestabilidad creada dentro de su propio país.
Sea como sea, lo cierto es que, en medio de estas situaciones de “aguas revueltas”, siempre son muchos los que se “ahogan” y tan sólo unos pocos los que salen fortalecidos, sin apenas “mojarse”. Éstos últimos pertenecen a una especie conocida como Homo economicus, un ser racional que, ante los estímulos que recibe, actúa rápidamente para maximizar su beneficio.
El Homo economicus, siente pavor al cambio y a lo desconocido, y se rige por el principio de “riesgo-rentabilidad”, sabedor de que no existe, ni en la bolsa, ni en la vida real, nada sin riesgo y menos aún un activo libre de riesgo para todos los inversores.
El desconocimiento, la frivolidad y la irreal sensación de seguridad son el verdadero riesgo para el Homo economicus. Y puede que ahí encontremos una de las causas del repentino repliegue del “señor de los aranceles” cuando, ante un panorama de recesión interna y una evidente pérdida de confianza internacional en la economía propia, traducida en la venta multitudinaria a la baja de los bonos estadounidenses, por parte del Homo economicus, para refugiarse en los, siempre sólidos, bonos alemanes, ha pausado los devaneos experimentales con la economía mundial, ganando algo de tiempo para ver si escampa y sale el sol, o, por el contrario aprieta de nuevo la tormenta.
Sea como fuere, el mundo entero está en manos de los designios del hombre más poderoso del planeta y, precisamente, la pregunta sería, ¿es conveniente y democrático que un solo hombre acumule tanto poder?
En cualquier caso, ocurra lo que ocurra, siempre habrá alguien que maximice su beneficio… Anda entre nosotros y su hábitat natural está donde se mueve el dinero… Es el Homo economicus y no tiene por qué ser malo… De momento, parece que ha conseguido evitar una catástrofe. Ángel Alonso
Esto es una guerra contra su gran competidor chino, una vez neutralizado Putin con el reparto de Ucrania y la truta del Árticio, lo demás son efectos colaterales que serán negociables.
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