jueves, 21 de abril de 2022

El mentiroso profesional

Baltasar Gracián dijo en una ocasión que “el mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído”. Seguro que en este momento a todos nos viene a la cabeza la imagen de un gran mentiroso que, por serlo y mucho, padece de estos males.

En los tiempos que corren ser mentiroso profesional, desprovisto de moral y sin conciencia, otorga una gran ventaja sobre el resto a la hora de llegar lejos y facilita las cosas para la consecución de los objetivos propuestos.

Sin reglas ni límites de los que exigen, al menos, un mínimo de honestidad, el mentiroso profesional se mueve a sus anchas, tal y como lo haría un tahúr, con las cartas marcadas, en una partida de póker, jugando siempre con ventaja…

Si es bueno, el mentiroso profesional explotará al máximo su triste habilidad y, mintiendo, será capaz de ganarse muy bien la vida a costa de lo que sea… Puede que llegue a la cima y se vanaglorie de su destreza al conseguirlo. Incluso es posible que ello le aumente tanto el ego que llegue a creerse una especie de ser superior, siempre por encima de los demás, dueño de vidas y haciendas de los engañados.

El problema para el mentiroso profesional es que, debido a su enfermiza ambición, no sabrá retirarse a tiempo y tarde o temprano se le acaba tomando la matrícula y, a partir de ahí, empiezan sus problemas y su particular vía crucis, hasta caerse con todo el equipo, haciendo un gran estruendo.

Porque si hay algo seguro, es que la mentira nunca vive hasta hacerse vieja y que no se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo… Con la mentira se puede ir muy lejos, pero siempre será un camino sin retorno del que resulta imposible volver.

No hay esperanza para el mentiroso profesional y su vida siempre será la improvisación y un reiterado aumento en cada apuesta, a un todo o nada, en un peligroso y enfermizo juego cuyo resultado final siempre será el descrédito y la irrelevancia…

Aunque trate de ignorarlo, el mentiroso profesional lo sabe, pero no podrá evitarlo, sencillamente, porque está en su naturaleza de tahúr… y porque, en definitiva, no sirve para otra cosa.                                                                                                                                                                                                                           Ángel Alonso

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