miércoles, 14 de octubre de 2020

La Técnica del Salchichón

No damos abasto… Vivimos sobresaltados y, al mismo tiempo, adormecidos por el cansancio debido a la cantidad y a la gravedad de los acontecimientos que nos envuelven en el día a día.


Por si no tuviéramos bastante con sobrellevar la pandemia del coronavirus y su consiguiente crisis sanitaria, ya a nadie se le escapa que el inminente batacazo económico, anuncia un futuro desolador.

Con este panorama, que ya de por sí hiela la sangre, y cuando los ciudadanos debiéramos de estar volcados en salir adelante, cada uno como buenamente pueda y, tal vez, esperanzados por la buena gestión de nuestros gobernantes, van éstos y, con impunidad y alevosía, aprovechan la ocasión para destinar sus energías a intentar desmontar nuestro actual Estado de Derecho.

No acabamos de recuperarnos del impacto de un escándalo y ya volvemos a estar sobrepasados por el siguiente… Todos los días hay algo nuevo e incluso hay jornadas en las que los líos se amontonan y resulta complicado seguir la actualidad.

Llegados a este punto hay que reconocer el triste mérito que supone el ir generando tantos escándalos y que cada uno de ellos supere en gravedad al anterior… Y además con la habilidad de hacerlo poco a poco, sin pausa y sin despertar las alarmas de la ciudadanía que, como hemos dicho anteriormente, estamos más que ocupados en solucionar nuestros propios problemas, muchos de ellos, de extrema gravedad…

Esta ladina manera de hacer las cosas es la que se conoce como “la técnica del salchichón” y la práctica consiste en ir recortando derechos y libertades, en ir colonizando y poniendo las instituciones al servicio de la causa, en ir anulando la separación de poderes y en ir concentrando toda la autoridad en el Poder Ejecutivo… Todo ello poco a poco, “loncha a loncha”, para evitar que, de pronto, advirtamos sobresaltados que “se nos están comiendo el salchichón” y que no nos dejan ni el “cordelillo…”

La situación es tan grave y, lamentablemente, estamos tan en lo nuestro, que igual acabamos apreciando la libertad cuando ya la hayamos perdido y, tristemente para muchos, acabe siendo tan solo un añorado recuerdo.

                                                                                                            Ángel Alonso 

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