domingo, 15 de febrero de 2015

Expedición Vida Misma

No hace falta ser un sabio oriental para darse cuenta de que no existe mayor aventura que la vida misma…


Nacemos en el seno de la familia que nos toca y que no elegimos… Iniciamos nuestra incorporación al mundo aprendiendo la educación que nos dan y ya, desde ese momento, comenzamos a percibir estímulos y experiencias que van impregnando nuestra inteligencia y nuestro espíritu.

Seguimos avanzando por el sendero de la vida misma y llegamos al punto en el que, lo queramos o no, nos hacemos adultos y nos incorporamos al gran mundo con nuestra colección de pertrechos morales e intelectuales y, con esos mimbres, debemos de organizar lo que se supone que será el resto de nuestra vida.

Mayormente tomaremos nuestras propias decisiones pero, otras veces, habrá quien decida por nosotros. También habrá quien realice su paso por la vida en solitario y, otros muchos más, compartirán parte de la expedición con su pareja, familiares y amigos.

Porque no tenemos otro remedio, día tras día se nos exigirá y deberemos dar lo mejor de nosotros para subir el Everest de cada final de mes, atravesar el desierto de conseguir una vivienda, vadear los peligrosos pantanos de la pobreza, caminar por la selva de las oportunidades desafiando al peligro y, lamentablemente, también habrá quien tenga que luchar por sobrevivir, día a día, en medio del ambiente hostil de los malos tratos o de cualquier otro tipo de discriminación.

Lo que sí es seguro es que, al final, todas las expediciones “vida misma”, antes o después acabarán en el mismo punto de destino… Por eso, lo importante es el camino a recorrer y que, sabedores del final, intentemos disfrutar intensamente de lo bueno y nos esforcemos en superar las adversidades para seguir siempre hacia delante…

                                                                                                           Ángel Alonso

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