Entre los años 60 y 80 la bióloga
estadounidense Dian Fossey vivió en África, estudiando a los grandes simios,
popularizando a los gorilas de las montañas Virunga a través de sus trabajos
publicados en las páginas de National Geographic.
Por aquel entonces los gorilas de
montaña ya eran escasos y, los pocos que quedaban, corrían el riesgo de ser
asesinados para ser vendidos como trofeos y acabar decorando el despacho de
algún adinerado empresario.
Fossey acabó asesinada por denunciar
y tratar de parar la matanza de un hermoso y complejo animal, del que tan sólo
nos separa algo menos de un dos por ciento en nuestros respectivos códigos
genéticos. Las montañas Virunga, forman unidad geológica con el Macizo del
Ruwenzori, también conocido como las Montañas de la Luna, un entorno de
origen volcánico que se eleva por encima de los cinco mil metros y se sitúa a
ambos lados de la línea del Ecuador, en plena zona húmeda tropical en donde el
quince por ciento de su vegetación es endémica.
En esa región invadida por la
niebla, en donde se reúne la mayor concentración de vertebrados distintos de
África, vive la mayor parte de los setecientos gorilas de montaña que quedan de
esta especie en el mundo. El lugar es hermoso, exuberante, a menudo
inaccesible… En definitiva, un lugar en el que la especie podría recuperarse
sin excesivas complicaciones, si no fuera por un importante detalle: su hábitat
es un territorio fronterizo que se reparte entre Uganda, Ruanda y la República
Democrática del Congo. Una zona señalada en el mapa como conflictiva por los
límites fronterizos y, sobre todo, por las tensiones tribales entre hutus
y tutsis, que tantos muertos han provocado.
Pues bien, cuando no son los
furtivos, son los desplazados, los rebeldes o las tropas gubernamentales, el
caso es que, desgraciadamente, los animales de la zona y en especial los
gorilas de montaña, sobreviven en permanente peligro de extinción. Tan sólo los
pocos guardas del Parque Nacional Virunga, que no han huido y que se han refugiado
en el bosque, resisten heroicamente tratando de proteger la vida de los
animales pagando, en ocasiones, con la suya.
Desde hace varios años la
situación viene siendo insostenible y se hace necesario que los conflictos
bélicos y el furtivismo desaparezcan definitivamente del corazón este gran
refugio mundial de vida salvaje y que tanto hombres, como gorilas, dejen de
morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario