Vuelve el terror, aunque en realidad nunca se ha ido. Está ahí, latente, agazapado, siempre acechando a la espera de una oportunidad. Tenemos unas excelentes Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Sin duda en materia de terrorismo, de las mejores del mundo. Pero siempre estamos expuestos a que un fanático o un loco, se esconda un machete bajo el abrigo y, por sorpresa, sin piedad e indiscriminadamente, lo tiña de sangre.
Érase un país imaginario en el que el día que los ciudadanos decidan que su dirigente se vaya, le van a echar de menos.
Una vez concluidas las celebraciones navideñas, volvemos a despertarnos con la cabeza metida en el orinal de la realidad.