viernes, 2 de marzo de 2018

El Club de la Frasca


Este es el nombre de WhatsApp de mi grupo de amigos más cercano geográficamente y con los que comparto una relación más directa y frecuente… Somos cinco, solemos quedar a comer todos los meses y más que amigos somos como hermanos… Después de muchísimos años, la relación está más que consolidada, lo pasamos muy bien juntos y sabemos que siempre podemos contar los unos con los otros... Son unos tipos extraordinarios… Todo muy bien… Pero hay una cosa que me tiene contrariado… Por más que me esfuerzo, no me leen… En realidad, ahora mismo podría decir de ellos lo que me diera la gana, sin temer ningún tipo de reacción, porque, diga lo que diga, no se van a enterar…


Evidentemente en asuntos como estos no conviene profundizar demasiado y, por eso, he decidido llevarlo con resignación viviendo en la esperanza de, el día menos pensado, recibir el comentario o la crítica de alguno de ellos a una nueva publicación… Seguro que será un momento memorable… Pero mientras ese momento llega o se hace esperar eternamente, precisamente me viene a la cabeza la reflexión sobre el concepto de la amistad…

A decir verdad, me considero una persona muy afortunada por contar con una cantidad aceptable de amigos… Más allá del Club de la Frasca, también cuento con otro buen número de ellos diseminados por toda la geografía nacional y alguno más por el extranjero… Con muchos de ellos he compartido aventuras, vicisitudes profesionales, circunstancias no previstas, momentos muy agradables y también otros muy duros, ratos de diversión y de tristeza, instantes de generosidad y también de sacrificio… En definitiva, oportunidades en las que se desvela la verdadera naturaleza de las personas y que son propicias para el florecimiento de la amistad.

Los amigos pueden ser honorables o auténticos rufianes… Pueden ser personas capaces de lo mejor y también de lo peor… Podrán tener muchas virtudes o ser auténticos desastres… Incluso se les puede admitir peculiaridades que ni compartamos, ni tampoco aprobemos… Pero hay dos cosas que se valoran por encima de todo en un amigo: la alegría que sentimos cuando contactamos o coincidimos con él una vez más y la lealtad.

La amistad es amor a la vida y alegría por compartir… Por un amigo se pueden aceptar y perdonar muchas cosas… Incluso se puede llegar a dar la vida… Pero lo que no es admisible es la deslealtad… Faltar a este principio sagrado es traicionar el valor supremo de la amistad…

Me gusta como las novelas de aventuras son capaces de describir complejos espacios morales en los que la amistad constituye su columna vertebral. En ellas los personajes comparten y valoran la alegría de estar vivos un día más… Pero también asumen que la muerte no es nada, salvo un mal trago si uno lo afronta con valor… Cara a cara… En las novelas de aventuras, los personajes son conscientes de que mucho peor que la muerte, es traicionar al amigo… Algo que, por fortuna, también suele ocurrir en la vida real…

No quisiera terminar, aun sabiendo que no me van a leer (ni los de la Frasca, ni los otros), sin dedicar estas líneas a mis amigos… Para todos vosotros…

     Ángel Alonso


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1 comentario:

  1. Muy difícil de definir es, el significado real de "amigo".
    En mi caso, sin contar a los circunstanciales, creo que me quedan un par de ellos.
    Supongo que tienes suerte Angel, de pertenecer al "Club de la Frasca". Mantenedla siempre llena.

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