martes, 3 de octubre de 2017

Morir con las botas puestas

En el mundo de la aventura es frecuente la continua exposición a situaciones adversas… Nunca deben ser buscadas y, por eso, la buena planificación y el correcto manejo de la información siempre serán nuestros mejores aliados…


Pero dicho lo anterior, un buen líder siempre deberá estar preparado para desenvolverse, con las mayores garantías posibles, en los escenarios más difíciles y tener la flexibilidad y oportunidad suficientes para tomar las mejores decisiones, en el momento adecuado…

Llegado ese momento el buen líder sufrirá en primera persona la llamada “soledad del mando” y se cargará con el lastre espiritual de la responsabilidad… El líder podrá escuchar y recibir todo tipo de consejos y de asesoramiento, pero, a la hora de la verdad, tan sólo a él le corresponde el peso de tomar la decisión ya que, en los instantes trascendentales, la responsabilidad ni se comparte, ni se delega, tan sólo se asume…

No es nada fácil, ni todo el mundo sirve para ello, sobre todo cuando se debe de actuar bajo una enorme presión y cuando la decisión conlleva un riesgo para la vida de las personas o pone en peligro la convivencia o cohesión del equipo… Pero es precisamente en esas situaciones cuando, con mayor motivo, el líder debe de aparecer y transmitir la confianza y tranquilidad necesarias para que los componentes del equipo funcionen como un solo hombre y la expedición no acabe en desastre…

Hay veces en las que será necesario posponer los objetivos iniciales y establecer otros intermedios muchos más asequibles… No importa… Es seguro que esas “nuevas etapas” elevarán la moral y reforzarán los vínculos del grupo… Pero lo que también reforzará a cualquier equipo humano, será el mantenimiento de la educación en el trato entre las personas, el respeto a los símbolos y la inquebrantable confianza de cada miembro en el resto del grupo… El saber que no se está sólo y mantener firme el sentimiento de que, por muy mal que vayan las cosas, formamos parte de una comunidad y que contribuimos a su fortaleza y a la solución de los problemas, hará que todo resulte mucho mejor…

Pero como a menudo las cosas no son fáciles, hay veces en las que el líder puede verse en la encrucijada de “tener que hacer lo que se tiene que hacer”, aunque pudiera conllevar los sacrificios a los que nunca hubiese querido llegar, incluido el suyo propio… Pues bien, es precisamente en esos momentos cuando la responsabilidad debe de apoyarse en la dignidad, la honradez y el convencimiento de que “nadie vive para siempre” para, si el Destino así lo quiere, acabar como corresponde a un buen líder y, llegado el caso como decía el título de aquella gran película, morir con las botas puestas...

Una expedición es una intensa experiencia de vida concentrada en un espacio de tiempo mucho más corto que lo que correspondería a una experiencia vital, digamos normal… Y es por eso por lo que es de aplicación en una aventura, también lo puede ser en la expedición de la vida por muy compleja que ésta sea, como por ejemplo la situación en Cataluña… Esperemos que salga a relucir el buen líder…
                                                                                                            Ángel Alonso

2 comentarios:

  1. Dura vida la del líder. Cada día debe debe ganarse el respeto y el apoyo de los miembros de su expedición. Efectivamente, esperemos que aparezca un Shackleton.

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  2. Un líder es importante pero el grupo y la situación demandan al líder.

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